Mon Petit Hígado
En diciembre de 2005, ocurrió un caso mediático en México que mantuvo intrigada a gran parte de la población. El caso Cassez -Vallarta conmocionó al país conforme los medios de comunicación iban dando poco a poco información del mismo, incluyendo el momento en que se confirmó que el arresto transmitido por televisión donde se acusaban a los protagonistas del hecho, era todo un montaje.
La puesta en escena Mon Petit Hígado toma este caso en cuestión para crear una historia ficticia, en donde descubrimos a Florence y a Israel de manera intrínseca, desde que se conocieron, su relación romántica, hasta llegar al momento del arresto.
La obra juega con el deterioro de la memoria, repitiendo los hechos, pero de diferente manera, y propone que los personajes no recuerden igual los eventos que pasaron juntos. Esto transmite al espectador la sensación de que el caso fue tan abrupto para ellos, que sus mentes han decidido borrar detalles o pasajes completos. A su vez, esta característica se convierte en arma de doble filo, pues gracias a la misma hay momentos un tanto confusos o en donde es fácil perder el hilo de la historia.
Colocados en un espacio delimitado, donde la figura central es una tarima de forma irregular que constantemente se entenderá como una cama, y por tanto, el alrededor conformado por ventanas, se comprende que es el resto de un departamento; se muestran Florence e Israel, interpretados por María Sordo y Daniel Rivera respectivamente.
Este proyecto escénico forma parte de la compañía Bocamina Teatral y es dirigida por el mismo Daniel Rivera.
Resulta una estrategia muy inteligente e interesante que la obra no hable directamente sobre el caso mediático; sino que se concentra en cómo lo pudieron haber vivido internamente los implicados. De vez en cuando se apoyan con proyecciones de video mapping que ensalzan los pensamientos y sentimientos de los personajes, además de que, llegando al final de la función, se muestra material real del caso; del momento clave que se transmitió por televisión nacional hace ya casi veinte años. De igual manera, las iluminaciones proporcionan diversos ambientes que ayudan a enfatizar la experiencia del momento.
Las actuaciones son potentes, los actores se muestran con vasta experiencia, y sobre todo, con un entendimiento de aquello que quieren transmitir con esta obra.
El trazo escénico juega también con la repetición, y en ciertos momentos, la exacerbación para plantear qué tanto de lo que se está presenciando ocurrió así, o si los personajes han modificado los recuerdos como una manera de autodefensa.
Finalmente, el proyecto no pretende dictaminar alguna verdad, y en realidad no lo hace; pero sí se vuelve una forma de denuncia ante las injusticias y mentiras que se le muestran a la población. El caso Cassez-Vallarta se toma de pretexto para hablar de sucesos "montados" que a lo largo de los años han ocurrido (y siguen ocurriendo) en nuestro país y esto, a su vez, se muestra más interesante y con mayor complejidad, porque dentro del teatro, lo que constantemente se buscará es la condición humana en todo su esplendor.
Xenia Carbajal
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