Y si los bueyes chillaran

Puesta en escena perteneciente a la compañía Hidra Teatro, con la dirección de Jesús Islas Ambriz y con la dramaturgia y actuación de Lino Botello.



Este es un trabajo que partió de la investigación a través de entrevistas y talleres en la zona del Valle del Mezquital, sobre las masculinidades y cómo la definición social de lo que "debe" ser un hombre, afecta profundamente al desarrollo de los mismos, sobretodo en el ámbito emocional.


Dicha investigación es clara y concisa en la obra como parte de las conclusiones a las cuales el autor logró desembocar. En términos generales es un buen proyecto escénico, con mucho potencial para seguirse trabajando; sin embargo, es algo desorganizado en múltiples aspectos.




Durante la función existieron momentos interesantes, que pudieron llegar a ser álgidos, pero no terminan de desarrollarse por completo y esto genera monotonía durante toda la obra.


El espacio posee varios elementos vistosos y que aportan a la estética que se plantea, pero muchos de ellos se utilizan poco y se olvidan, lo que provoca que terminen estorbando o distrayendo al intérprete. 


La puesta cuenta con un actor que posee muy buena presencia, además de unas herramientas escénicas bien cimentadas; es ágil y flexible, pero estas cualidades denotan que todavía podrían ser más explotadas en escena y permitirse llegar a los clímax de la obra con todo el apogeo requerido; como la escena final con la esposa, que pide un trabajo emocional intenso de todo lo que se ha contado, para llegar a aquel punto.


Este ideal se ve frenado, justamente por la distracción del actor hacia el espacio, los elementos, el texto, etc. Un ejemplo de esto es la escena del incendio de la casa; la imagen resulta sumamente poderosa pero el intérprete se mostró con mayor preocupación en avivar el fuego que seguir con la situación tan pavorosa que se planteaba dentro de la ficción.




Otra situación que se volvió algo confusa fue a quién van dirigidas las palabras del protagonista. En ciertos momentos se rompe la cuarta pared y le habla directamente al público, pero de un momento a otro pareciera que está diciendo cosas para sí mismo o que le habla a su esposa, pero no está completamente definido.


Así mismo, toda la función estuvo llena de imágenes muy hermosas que generaban un juego para cambiar los lugares y temporalidades.




Para finalizar, es una buena manera a la que se llegó con este trabajo, para invitar a reflexionar sobre cómo se está educando a la sociedad, con normas y estereotipos tan inflexibles; y en este caso, cómo la exigencia de lo que "debe" ser un hombre afecta profundamente a tal punto que invalida emociones y la expresión de estas mismas. Cómo hasta un "te amo" puede ser difícil y conflictivo gracias a la educación y contexto que se ha llevado arrastrando durante generaciones. En este punto también puede resultar enriquecedor el profundizar (tanto en la puesta como para el público en sí mismo) la relación de las masculinidades, como las que tenía el protagonista con su padre, sus amigos, o aquellos que lo molestaban.




Xenia Carbajal



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