Gina y el comandante
La desaparición de personas en México es un tema tan latente incluso en nuestros días que ya se conocen también las formas en que muchas veces operan dentro del crimen organizado.
La situación es desgarradora tanto para las víctimas como para sus seres queridos, que frecuentemente se quedan esperando noticias acerca de su paradero ya sea con vida o no.
Gina y el comandante toca este tema precisamente. Producción de Bocamina Teatral, escrita por María Sordo, dirigida por Daniel Rivera, e interpretada por Olga Susana Valdez y Mundo Espinoza.
El hijo de Gina desapareció, se lo llevaron sin dar muchas explicaciones y ella se ha dedicado a rastrearlo. La historia nos sitúa en el momento en que la detienen y la incriminan porque al parecer "sabía exactamente dónde cavar". Conforme avanza la obra vemos el interrogatorio y las diferentes torturas que aplican en ella para que se confiese como culpable o cómplice de las desapariciones de tantos jóvenes en el país, hasta el punto de, muy probablemente, hacerla fallecer.
La escenografía es delimitada por una lona circular en el piso, esto confiere al espacio un ambiente un tanto claustrofóbico, poseen una mampara la cual tiene la función de establecer diferentes lugares (se hace un juego en el que como espectadores dentro de la obra percibimos las torturas, es decir, lo que en la realidad se oculta; y en cambio, se nos priva de aquello que le muestran a la gente como las noticias, sólo lo vamos intuyendo por ciertos datos que se revelan).
Esta mampara también funciona como pantalla para proyecciones que apoyan el entorno de la puesta en escena y el discurso que se sigue la misma.
Muchos elementos se vuelven difusos, como las proyecciones (que en ocasiones se sobreponen con otras proyecciones transmitidas por circuito cerrado), y grabaciones sonoras, las cuales se entienden pero tienen distorsión. Esta decisión artística va de la mano con la temática que se está abordando, pues no hay claridad con los casos de los desaparecidos, todo se muestra muy manipulado, muy "distorsionado".
El proceso del interrogatorio y las torturas se presenta de forma inteligente. Casi todo el tiempo nos encontramos en penumbra o con luces muy bajas. Hay una silla en escena, la cual ha sido modificada para remitir al espectador hacia una silla eléctrica, y se utilizan elementos potentes de forma tanto visual como sonora, para todos los procesos a los que Gina está sometida, como el taser o el uso de fuego (el cual, siendo un elemento vivo, promueve un impacto mayor hacia lo que presencia el espectador).
Es interesante cómo este momento lo van desmenuzando a partir de rompimientos de cuarta pared para explicar cómo "se supone" deberían ser estos procedimientos, y luego continúan en la ficción construida para que se pueda ver cómo sucede realmente.
Es una propuesta fuerte y potente en donde los actores se van manejando con fluidez entre sus diferentes personajes. Los más relevantes, por supuesto son Gina y el comandante, los cuales se muestran más realistas, en comparación de los presentadores de televisión, quienes son más fársicos, incluso su vestuario vistoso, sus narices de cerdo, y sus enormes bocas acentúan la exageración, falsedad y ridiculización de los medios ante casos como estos. Medios informales en donde lo importante es olvidarse de estas problemáticas y mejor hacer que la gente ponga su atención en los concursos de internet.
Es una obra que retrata una situación cruda pero terriblemente real, que si bien no es lo más cómodo de ver, es importante resaltar y denunciar, y el arte también es una forma de denuncia.
Se seguirá presentando los viernes y sábados de octubre en Foro Doblenueve, pueden consultar sus redes sociales para seguir informados de su cartelera.
Xenia Carbajal
Redes sociales de Foro Doblenueve
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