Las mujeres del Valencia

Puesta en escena por parte de Hatha Teatro, escrita y dirigida por Rodrigo Hernández, e interpretada por Sharim Padilla, Patricia Rodríguez y Dany Gap.






Relata la situación en que se ven inmersas tres mujeres en un lugar llamado el Valencia. Varias pistas denotan que podría tratarse de un centro psiquiátrico, o un espacio donde realizan torturas bajo electroshocks. Cada una tiene un contexto diferente pero se unirán para intentar escapar, y averiguar por qué las tienen cautivas.


Resulta ser una obra pesada, es de larga duración, y requiere trabajar su ritmo para no sentirse aletargada.


La propuesta es interesante, ya que nos transporta a un futuro no muy lejano y cuestiona a la feminidad y cómo esta ha sido tratada y vista a lo largo de la humanidad. Conforme avanza la obra, vamos comprendiendo que las mujeres ahora son una especie de experimento, pero en cuanto se encuentre la manera de crear vida sin necesidad de un útero, ellas dejarán de ser útiles en el Valencia. Este punto suena aterrador pero plantea la cuestión de qué es lo que hace mujer a las mujeres, y el valor de una persona por sí misma.


Muchas circunstancias planteadas tienen similitud con la novela 1984 de George Orwell, donde en un tiempo futurista "el Gran Hermano" observa a todos los ciudadanos todo el tiempo, y por ello tiene completo control de sus decisiones y sus vidas.


Las mujeres del Valencia también están siendo monitoreadas y torturadas periódicamente, caen en el limbo de no distinguir con precisión si lo que están viviendo es real o ya su mente les está jugando chueco.



En cuanto al diseño visual, las medias que portan las actrices son potentes, pues generan una imagen de desfiguración en sus rostros, aunque este elemento lo quitan pronto; posiblemente apoyaría más a la escena si se le sigue dando diferentes usos durante el resto de la función.


Las actrices se manejan con fluidez en escena, pero pareciera que van por rumbos diferentes; sobre todo Sharim y Dany, quienes se ven alejadas del trabajo de Patricia. Todas llevan un buen trabajo actoral, sin embargo hace falta escucha y complicidad entre ellas. De hecho, sería importante que ellas como actrices, y principalmente como mujeres, se involucren en el discurso que se presenta. En este caso tenemos la situación de que la historia ha sido planeada y conceptualizada por un varón, y pese a que él podría suponer todo el bagaje cultural que hay detrás de generaciones enteras que han menospreciado y violentado a la mujer, qué mejor sería que las mismas mujeres defiendan de viva voz esta lucha. Este trabajo va más allá del texto que se ha propuesto.


La disposición de los zapatos en el espacio es llamativo, ya que iniciamos con un gran círculo que delimita la zona de acción y un montículo en una esquina arriba en escenario. Otra cuestión con el estatismo que se siente en la función podría ser que este orden que tienen los zapatos se mantiene durante largo tiempo pero se agradece el movimiento que tienen con ellos después (con aventarlos o acomodarlos en hileras), porque además les dan vida a dichos elementos.


La puesta en escena se apoya de gran manera con el Teatro del absurdo, el cual es un género que presenta un mundo absurdo, con la finalidad de enfocarse mayormente en la psique de los personajes y en sus cambios intrínsecos.


El Teatro del Absurdo surge en Francia a mediados del siglo XX en un contexto de vanguardia. En esta época las guerras habían conmocionado al mundo despertando sentimientos de tristeza y desesperación. Esto conllevó a que el ser humano viera su existencia y condición como algo absurdo, algo carente de sentido. Uno de los grandes referentes de este teatro es la obra Esperando a Godot de Samuel Beckett.


Si bien, es plausible que este proyecto lleve una gran carga simbólica y se encuentre documentada previamente, también esta característica la vuelve un tanto lejana para el público en general, ya que estos datos anteriormente mencionados no son tan comunes dentro del conocimiento popular. Esto puede generar alejamiento o rechazo por parte del público; aunque si el objetivo es que el mensaje llegue a gente de artes, y específicamente de teatro, entonces se va por buen camino.


Para el cierre de la obra, plantean tres finales y se hace mención de que el público elegirá el destino de los personajes, dándonos la libertad de llevarnos el término que a cada quien le parezca más adecuado.



Finalmente concluyo con el apunte de que es un buen trabajo escénico pero todavía le queda mucho camino por recorrer y descubrir en sí  mismo. Esperemos que el proyecto siga creciendo y evolucionando con próximas funciones.




Xenia Carbajal



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